Ensouling | Bienvenido al punto de no retorno
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Bienvenido al punto de no retorno

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Bienvenido al punto de no retorno

Querido amigo, bienvenido a este Blog, este espacio que abre las puertas a descubrir una realidad que está ahí, a la espera de ser explorada… y el principal actor de esta experiencia serás tú, tú si sientes que esto toca en un anhelo, que está ahí, enterrado o semi-descubierto pero que no sabes cómo manejarlo…

Os comparto mi historia porque me he encontrado muchas personas que desean aportar, que sienten añoranza por un mundo mejor, por otra realidad que no sea tan agresiva, que sea más compasiva, que nos reconozca en nuestra humanidad, en nuestra dignidad, que refleje belleza, alegría…

Pero hay tanto por cambiar, hay tantos proyectos por hacer, hay tantos problemas por solucionar que… ¿cual es mi sitio? La indecisión, la frustración, la falta económica, la saturación de escuchar todo lo que no funciona… es un peso muy grande que nos asola, y quizás en vez de facilitarnos el proceso de elección, nos lo dificulta.

Desde mi infancia sabía que había venido a hacer algo… que había muchas cosas que iban mal en la sociedad, pero ¿qué era eso que había venido a hacer o a dar?

En mi caso, mi camino fue por prueba y error, y mi elección, en la mayoría de las veces fue tomada por lo que sentía :“por aquí no”, y por otro lado sentía “uy! que interesante, me apetece investigar más por ahí”.

Hay algo en uno mismo que sabe, que siente un gozo profundo cuando descubre algo que le conmueve, y es desde ese espacio donde las decisiones son más acertadas. Es la intuición, la voz del corazón.

Estamos muy acostumbrados a vivir y a tomar decisiones desde nuestra mente, sin embargo uno de los problemas esenciales de vivir sólo en base a la mente, es que no estamos en sintonía con lo que en Esencia Somos, un potencial por descubrir. El gozo que nos nutre, que es lo que realmente nos hace felices es negado… y la vida se vuelve gris, en la búsqueda de algo exterior que nos cubra el vacío, o peor aún, la experimentamos como una lucha injusta… entonces básicamente estamos muertos en vida.

 

Este es un estado de existencia bastante triste, y sin embargo gran parte de la población vive sumido en él…. ¿Pero es eso realmente la Vida?

 

En mi búsqueda por entender mi lugar en el mundo, fui probando por bastantes lugares… para sentir dónde encajaba. Sin embargo en ninguno de ellos –que aunque no eran mi sitio, eran interesantes- sentí que había encontrado mi hueco.

Y ahí estaba a los 25 años supuestamente con el comienzo de una vida con dirección y preparada a nivel internacional para trabajar en la empresa o en proyectos de cooperación… sin embargo mi mundo interior estaba hecho añicos, nada de lo que hasta entonces había tenido como referencia se sostenía; el modelo familiar del que procedía se había roto, el ideal de pareja se había quebrado, el mundo de la empresa era inhumano, y el trabajo en cooperación que era mi último ideal/esperanza donde creía que iba a encajar, tenía problemas similares a los de las empresas…

 

Hasta que llegó el punto de no retorno:

 

Era un día en el que estábamos en una clase del master en estudios de desarrollo, y el catedrático que impartía la asignatura de “Compitiendo en la economía global”, nos estaba compartiendo su experiencia acerca de cómo las empresas eran útiles para el desarrollo económico de los países en vías de desarrollo.

En sus reflexiones nos comentaba que había llegado a un punto muerto en sus investigaciones; de hecho había descubierto que lo que le hacía bien a un país, si se replicaba en otro, se generaba suma cero, de manera que o crecía económicamente un país u otro.  Estaba en un punto de inflexión, y fue en ese momento que me vino una comprensión muy nítida. Encima de la palabra COMPETICIÓN, veía interiormente la palabra COOPERACIÓN… ¿Como es que en cooperación al desarrollo siguiésemos hablando de competición, si de lo que se trataba era de “ayudar”?… ¿Por qué no cooperamos de verdad? ¿Por qué seguía habiendo ganadores y perdedores?

Y de repente tuve una comprensión clara: seguimos empleando la palabra competición, porque así es como vemos al ser humano. Nos vemos en nuestra pequeñez, en nuestra carencia, en nuestra separación, donde hay que empujar, y forzar por “ser alguien” por “valer”… y por tanto no hay sitio para todos… y muy claramente comprendí que toda la estructura social, empresarial, política, económica, educativa etc.… no está construida sobre la infinitud, y el infinito potencial del ser humano, sino sobre su pequeñez…

 

La idea colectiva del ser humano, sobre el cual construimos nuestra sociedad es una visión de supervivencia… pero no está basada en lo que realmente Somos.

 

Pero… ¿y qué Somos? Fue por primera vez que me interesaron áreas más subjetivas y aparentemente menos prácticas como la filosofía, las religiones, la psicología, y la espiritualidad, que hasta entonces me habían parecido poco útiles para solucionar el malestar del mundo.

Había llegado a mi punto de no retorno, no podía trabajar en algo que de por si se basaba en principios de supervivencia. Algo me decía que trabajar en cooperación al desarrollo ya no era mi camino… Pero entonces volvía la pregunta: ¿y qué Somos?. Desde luego, tenía claro, que lo que somos estaba relacionado con nuestro potencial, con una fuente infinita que nos llena… pero poco más.

Tardé un tiempo en digerir la caída de mi mundo, además había hecho una maratón, y me había comido las últimas fuerzas de mi fortaleza física. Estaba agotada, y nada de lo que creía que era el mundo, era real, todas las creencias de lo que creía que era la Vida y cómo iba a ser, habían caído en un par de años.

Cuando ya no tenía a nada a que agarrarme, dando uno de esos paseos que me ayudaban a ordenar mi interior, tomé consciencia que sólo tenía clara una cosa: no sabía por donde, no sabía qué me encontraría, sólo sabía que independientemente de lo que pasase fuera, yo sí quería hacer mi parte, y el resto ya no era importante. Sólo estaba segura de mi sinceridad, y mi voluntad.

Esto generó una apertura inusual en mi, me volvía porosa y receptiva a la pregunta ¿qué somos? ¿Y ahora, por dónde? Poco a poco y de forma espontánea iban, apareciendo las respuestas por si solas, con una sincronía de la que hasta entonces nunca había sido consciente… y yo estaba receptiva, había quitado mi foco de la cooperación… y en la medida que terminaba el master, surgieron dos deseos profundos: uno era el de hacer el Camino de Santiago sola, y otro el de ir al Monasterio de Thich Naht Hahn en Francia.

Fue el comienzo de un largo “camino” hacia dentro… un camino de exploración, donde la medida y la sinceridad la ponía yo. Tenía un pie en el nuevo paradigma, sin embargo toda mi mente, mis emociones y mi cuerpo todavía seguían vibrando en el paradigma de la supervivencia. Pero el paso estaba dado, estaba abierta y receptiva a una nueva realidad, que descubriría si o sí, sin saber donde iba, cuanto tiempo tardaría, ni qué encontraría.

 

Sí amigo, ese es el cambio que a veces implica poner el pie en el nuevo paradigma, una crisis total, y una pérdida de puntos de referencia para una apertura a algo mucho mayor: un nuevo nacimiento.

 

Espero que con los textos de este Blog, pueda compartir contigo la experiencia y sabiduría acumulada a lo largo de todos estos años… y sobre todo te pueda ofrecer las pinceladas de esta realidad en la que vivo ahora. Es una realidad que siempre estuvo allí y siempre estará, muchos nos han hablado de ella con su vida, pero ahora es un momento en el cual necesitamos un salto colectivo, ya que es desde ese espacio que podremos crear ese anhelo profundo que tenemos, una Tierra en su belleza original.

Mis palabras, mis textos serán eso, un indicativo de algo que está en ti, al final el proceso es experimental individual e intransferible, sin embargo una mano amiga, siempre es muy útil –yo encontré muchas a lo largo de mi proceso-, espero poder hacer parte de esa función, porque la Vida ya se encargará del resto.

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